En toda cosmovisión existe la luz y la sombra. El equilibrio, el matiz, la conciencia y las pasiones. El Diablo, arcano XV en el Tarot suele personificar a estas ganas de ser. A las emociones en efervescencia, a la intensidad. Al goce, al descaro, a lo alto, a la energía y el fuego sin fin.
El Pillán para el pueblo mapuche, es el Diablo de los espíritus de nuestros antepasados. Honrado, bendecido, pero que en venganza desata su furia y sus pasiones a través del fuego de los volcanes y los rayos de cielo.
El pillán, suele entregar placer a través de la estabilidad, entregando abundancia en las cosechas, el equilibrio en los elementos y la salud de quienes habitan la mapu. Es el signo de un poder superior, espiritual, con la dualidad del albedrío. Una deidad omnisciente que todo lo ve, todo lo sabe, que apoya si eres leal a sus principios o castiga si los transgredes.
Las comunidades suelen tener su propio pillán, basado siempre en el recuerdo o la historia de un antepasado; Así puede haber un pillán bueno, un héroe y leyenda de la comunidad o su enemigo, sus fuerzas opositoras ( pillán malo). Se dice que el pillán, suele habitar al interior de los volcanes. Desde allí, cual Diablo en el infierno, calienta los años y el pasar del tiempo. Calienta las acciones y observa a su pueblo. Y cuan espíritu del fuego, ante el enfado, desgarra su ira a través de erupciones, de rayos y temblores. Cuando el humo sale oscuro y denso, el pillán sale por los suyos. El pillán en oscuridad atrae hasta tempestades, tal cual nuestras acciones en sombras pueden atraer el caos.
Desde la simbología que conocemos hoy en día, podemos identificar al pillán en diversas piezas gráficas, especialmente en tejidos o telares de indumentaria. Un dibujo rupestre, muestra una especie de figura humana con dos brazos apuntando hacia arriba y otros dos brazos apuntando hacia abajo. El que posee los brazos hacia arriba es el espíritu bueno, el que además hace alusión a un significado de rogativa, del hombre hacia sus ancestros.
En tanto, el que apunta hacia abajo, simboliza al espíritu malo. El Anchirallen , que como indicamos hace un rato, representan a los enemigos de nuestros antepasados, sus energías y los demonios que despertaban en cada uno de ellos.
Algunos textos cuentan que el Pillán solía convertir a sus lonkos y jefes en volcanes mientras que a sus guerreros, los convertía en nubes. Es por ello, que en cuando hay tempestad, se dice que los pillanes están luchando entre sí. Incluso tras la llegada de los españoles al territorio, tras conocer la historia del pillán y los volcanes de la zona, atribuyeron el poder del espíritu a lo maligno, a lo oscuro y desastroso, ocultando u omitiendo o no reconociendo, cual religión católica las bondades y protecciones que puede dar el Diablo. Espíritu poderoso, protector, pero amenazante y custodio.
“Hay pillanes buenos y pillanes malos. Los buenos son las almas de los mapuche y los malos, las almas de su enemigos, como por ejemplo los españoles (…) De aquí es que cuando ven relámpagos u oyen los truenos de una tempestad sobre los Andes, dicen figurándose una batalla real, que sus pillanes se enfrentan con los pillanes españoles sobre las nubes”. chileparaninos.cl
Para todos y para todo; rige una fuerza protectora, un ser, un espíritu, una energía que nos mantiene a salvo. Pero también tenemos la otra esquina, la dualidad. El atravesar el límite, el excederse, el disfrutar sin culpas. ¿A qué pillán invocas hoy? ¿Al que vela por tu bienestar o al que exasperas hasta explotar?
Para algunos quizás la figura del arcano XV sea más compatible con el Wekufe (ser maligno en la cosmovisión mapuche) pero para mí se asemeja más al pillan. Un wekufe es un ser dañino, que siempre quiere ganar y provocar perjuicio a los hombres y mujeres.
Pero el pillán es un espíritu dual, habita en uno solo, como el Diablo y sus sombras en nosotros. Una parte de nuestro ser actúa de forma racional, despierto, obedeciendo patrones y riendo a medio estar. Pero también vivimos con las ganas de exacerbar, de agrandar, de sentir al máximo. En algún punto nos quebramos y bajamos al abismo del volcán, nos fundimos en la lava, a veces por culpa, a veces por karma. Pero siempre, en medio de la tempestad interna, logramos salir del fuego, y mantenernos al borde del cráter y volver a empezar. Todo depende de cuál sea el pillán que nos está observando.