En la región de los lagos, específicamente en el territorio huilliche de la comuna de San Juan de la Costa, existe una playa llamada Pucatrihue (Pukatrígwe que significa “localidad ubicada en un sitio escarpado”) esta playa destaca por ser extensa y presentar dos ríos en sus extremos, acompañada de un gran bosque y una gran piedra en el centro del mar con un orificio en el medio. Muy parecida a la Portada de Antofagasta. Ahí se centra la leyenda del abuelito Huentellao.
La historia cuenta que el abuelito Huentellao en su juventud era un pescador de la localidad, salía al mar a recolectar peces, mariscos y algas como el luche y el cochayuyo. Esto era el alimento para él, su esposa y su hijo. Un día el hijo de Huentellao se enojó con él sin motivo alguno. El pescador muy apenado salió con sus hermanos al mar, sin embargo, él se apartó de los demás y caminó por la orilla de la playa preguntándose a si mismo ¿Cómo podría obtener un poder en el mar?. Los hermanos al notar la desaparición de Huentellao dieron aviso a su familia e hicieron un machitún por él, pero este no dio resultado.
El hijo preocupado sin tener noticias de su padre, decidió buscarlo incansablemente hasta encontrarlo en la roca, le pidió disculpas por la pelea pasada y le dijo que por favor volviera a casa, sin embargo, Huentellao respondió que se encontraba muy bien ahí. Se dice que al año siguiente al volver el hijo y los hermanos vieron aparecer a Huentellao en la roca sentado sobre una silla de oro y a su lado una mujer con cabellos de oro quien al percatarse que estaba siendo observada se zambulló en el mar. Él se levantó y se dirigió a su casa solo para dar la noticia que se quedaría para siempre en la roca. Su hijo lo siguió hasta llegar nuevamente al mar donde estaba la mujer vista anteriormente. Esa mujer es un Sumpall (criatura perteneciente a la mitología mapuche que se relacionan con el agua) le dijo Huentellao a su hijo.
Muy impactado el hijo le dijo que por favor volviera a casa, fue en ese momento donde Huentellao le confesó que esa sería su nueva casa porque había tomado el poder del mar y su responsabilidad ahora era cuidar y proteger a su pueblo Huilliche. Desde ese momento Huentellao se transformó en un héroe mítico, que fue capaz de dejar a su familia por el bienestar y protección de los mismos y de su pueblo entero. Hoy en día es reconocido como un santo quien es el encargado de proporcionar recursos marinos, buen clima, fuerza espiritual para soportar las precarias condiciones de vida del lugar y bendiciones con las cuales su pueblo habría logrado «la victoria» en la guerra con los españoles.