Por Nicole Moretic, fundadora Yemanya.org
Las ballenas son parte del grupo de mamíferos terrestres que decidió regresar al océano. Dentro de la línea de la evolución de la vida animal, que inició un viaje desde las profundidades del mar hacia tierra firme y luego empezó a explorar el aire; los cetáceos, miraron hacia atrás y volvieron a su origen acuático. Llevando consigo toda la información de los mamíferos terrestres, el útero, amamantar a sus crías, la respiración, la sangre caliente, etc.
Siempre he sentido una curiosidad inmensa por esa decisión, ese intento de regresar al océano, quizás porque en el fondo de mi corazón lo entiendo: siempre que me sumerjo en el mar aparece ese mismo llamado, de volver a flotar en el azul infinito. En este viaje personal y camino de vida que ha significado ser sintonizadora de esencias marinas y canalizadora del océano, el trabajo con la ballena jorobada es uno de los que más ha impresionado mi corazón. Espiritualmente hablando, la esencia de la ballena nos conecta con un espacio de amor incondicional.
Ellas vuelven a cantar al océano desde el corazón, para recomponer la rejilla crística de la madre tierra. Es una red de amor protector que cubre nuestro planeta. Su canto, a diferencia del nuestro, no se genera en las cuerdas vocales, sino pasando el aire de una cavidad pulmonar a otra en la que aparecen los sonidos de las profundidades. Es decir, sale directo desde el Chakra Corazón. Su energía maternal es emocionante. La madre viaja sola con su cría por casi un año, entregándole diariamente 150 litros de leche, sin ella alimentarse, casi, hasta llegar a las aguas frías donde está su alimento. Al finalizar este período de crianza intensiva, la madre pierde casi el 80% de su grasa corporal. Ahí una de las razones más potentes para preservar las áreas marinas protegidas de Chile, para no crear los pabellones de ruido oceánico, que impiden que las ballenas lleguen a sus zonas de alimentación.
Sintonizar con la energía de las ballenas nos conduce a escuchar nuestro guía interno y nos ayuda a dejarnos llevar por el océano de la consciencia. Ese misterio donde todos somos uno, es decir, nos invita a confiar, a seguir nuestra intuición, que podríamos llamar nuestro sistema de “ecolocalización interno”. Su esencia vibracional genera una profunda amorosidad con nosotros mismos.
El diálogo interno se vuelve dulce, generoso, comprensivo. Esta nueva era de conciencia, requiere que soltemos el autocastigo como manera de generar cambios en nuestra vida. Desde ahora, con la ayuda de la ballena, los cambios son desde el amor y la ternura. Su esencia nos conecta con la compasión hacia los otros seres. Acogiendo desde el amor sus caminos, decisiones y sentimientos. Nos ayuda a sanar los dolores de corazón, las penas del alma, el abandono, la falta de cuidados en la infancia. Acogiendo nuestras heridas desde un espacio seguro para abrirnos a la sanación. Nos ayuda a automaternarnos. Su esencia lo envuelve todo en amor.