Mientras más flexible te muestras hacia afuera, más fiel a ti misma podrás ser por dentro. Debes ser como el zorro viejo, que camina sobre el hielo delgado, ya sabe reconocer el peligro, reconoce los crujidos con atención, así puede cruzar el agua congelada, sin mojarse la cola, algo que el zorro joven no sabe, porque cuando está a punto de cruzar, se apura, rompe el hielo y se moja.
Los cambios más importantes ya están preparados, pero no debes apurarte, tampoco frenarte, avanza con calma y cautela, con reflexión y prudencia, o tus esfuerzos serán en vano. La contemplación te permitirá llegar al punto de vista correcto, por ti misma.
La verdad interior no debe ser expuesta, puede ser sugerida, usa comparaciones y metáforas, no seas demasiado tajante, nadie aprecia una verdad que cae verticalmente. Cuando hay desorden evita abrirte paso a cualquier costo, lo que te parece entusiasmo podría volverse desastre. Lo sabio es lo reservado, eso es lo que evita cualquier ofensa de cualquier fracaso.
No se trata de indolencia o bloqueo, es más bien paciencia como una fuerza contenida, que te llena de fuerza interior, para perseverar en paz. No te duermas, no pierdas de vista tu meta, pero camina hacia ella, no corras.
Si te apuras, llegarás sin fuerza justo antes de tu logro, y el instinto te llevará a forzar las cosas, ante esto el fracaso es inevitable, busca ayuda, tienes amigas muy capaces. Debes estar resuelta interiormente, para silenciar cualquier duda, disciplínate. Las fuerzas de la decadencia atacan a quienes no buscan su mejor versión.
El poder de la constancia jamás fracasa. Cuando eres fiel a tu verdad interior, desarrollas un magnetismo que no necesita ser explicado, una resonancia que hace sentir su influencia, un silencio resplandeciente, que invita y seduce, pero no encara ni obliga. Como la naturaleza que brilla después de un día de lluvia.
Te conviene ser cuidadosa, contenerte dentro de los límites de las situaciones, adecuada. Si te desbordas ahora, perderás todas las ventajas acumuladas.