En su modalidad clásica, la astrología sólo conocía de arquetipos masculinos, con excepción de la Luna y Venus, ambas energías planetarias con historias y mitologías asociadas directamente al arquetipo femenino, como Artemisa en el caso de la Luna o Afrodita en el caso de Venus.
Sin embargo, estos dos únicos arquetipos, sesgan la visión de la astrología, influenciada por sociedades de corte machista, donde únicamente se presentan la figura de la madre en el caso de la Luna y la amante en el caso de Venus. Que poco tienen que ver con los agitados tiempos que se vive en la actualidad. Y el amplio abanico que le hace real juicio a la figura femenina actual y sus matices.
Es así como, al enfrentarnos a un estudio astrológico, o el análisis de una carta astral natal, donde podremos encontrar esos arquetipos que representen a la mujer independiente, estratega, sabia, guerrera, manipuladora, líder, mística? En ninguna parte ya que estos calificativos estaban únicamente reservados para la figura masculina de antaño. Ya que el simple hecho de pensar que una mujer fuera caracterizada con estos adjetivos, la hacían perder femineidad y por ende su natural encanto.
Es así como, en el desarrollo de la astrología evolutiva contemporánea, nos encontramos con los casos de Urano, Neptuno y Plutón, los cuales tuvieron que adaptarse a ocupar distintos roles debido a su mediático y reciente descubrimiento. Y la misma suerte corren la llegada de los asteroides en astrología, que a mi juicio, vienen a equilibrar la balanza y hacer justicia en la presentación de arquetipos tanto masculinos como femeninos.
Como lo cita textual el texto de “Viaje interior” Ceres, Pallas, Juno y Vesta, son los asteroides que cada vez se los considera más dentro del análisis de una carta natal, especialmente para comprender mejor la energía femenina disponible en ella, tanto para los hombres como para las mujeres, ya que sabemos que esto no tiene relación con el género sino con un tipo de energía o “estilo” determinado para hacer las cosas (dirigiéndose hacia el mundo exterior o hacia el mundo interior). Ahora el abanico de posibilidades para que la energía femenina se exprese se abrió de dos versiones (Luna y Venus) a seis versiones (Luna, Venus, Ceres, Pallas, Juno y Vesta), ampliando el espectro de su manifestación consciente.
Es importante dejar aquí un punto muy claro, ya que, por muy energía femenina que estén manifestando Ceres, Pallas, Juno y Vesta, también describen nuevas facetas del “lado femenino” de un hombre, el cual se está liberando del limitado espectro que la Luna y Venus le ofrecían hasta ahora, porque, o actuaba desde su Luna, es decir, como un padre sobre protector, manipulador y/o emocional o desde su Venus, como un hombre delicado, indeciso y/o preocupado por su pinta.
Sin embargo, mientras un hombre no haga el trabajo de sanar la relación con su lado femenino, lo más probable es que lo proyecte y lo termine viviendo a través de las mujeres de su vida (madre, hermanas, amigas, compañeras, parejas, etc.), ya que aún está conscientemente identificado sólo con su parte masculina. Pero una vez sanada esa relación, e integrada su energía femenina, lo que proponen estos asteroides en la carta, se manifestará en la forma cómo se relaciona consigo mismo y su estilo para vincularse y conectar con los demás (que es una de las cualidades de la energía femenina). Así, por ejemplo, se podrá relacionar con los demás o consigo mismo, desde su sacerdotisa sensible, pura y plenamente conectada con temas profundos y espirituales (Vesta), sin perder un ápice su “masculinidad”, por el contrario, lo volvería mucho más atractivo para las mujeres, precisamente por captar su integridad, incluso su sexualidad sublimada, que complementa su natural sexualidad masculina.
Pasemos a describir brevemente las cualidades que cada uno de estos asteroides de energía femenina representan, para que se empiecen a familiarizar y los aprendan a reconocer, y si se sienten identificados con alguno de ellos, es muy probable que ese asteroide tenga una posición fuerte en su carta natal. Ciertamente, si una persona, ya sea hombre o mujer, tiene al Sol, la Luna, el Ascendente o alguno de los planetas personales en conjunción con cualquiera de ellos, es altamente probable que manifieste en su estilo personal y características, la energía de ese asteroide y lo sienta como parte de su personalidad innata. Lo mismo hay que decir sobre las casas en las que caen, porque identificarán las áreas de experiencia donde mayoritariamente se manifestarán esos impulsos, ni qué decir de los aspectos que formen con los demás planetas, ya que ahí tendremos suficientes pistas para entender por qué los expresamos espontáneamente o nos requieren un esfuerzo particular.
ASTEROIDE CERES (DEMETER)
Como nueva versión de energía femenina, Ceres representa nuestro impulso a nutrir y proveer a través de los cuatro planos (mental, emocional, espiritual y físico). Simboliza nuestra capacidad para sustentar, favorecer y mantener a los demás, al ser capaces de identificar sus necesidades y satisfacerlas con nuestros recursos personales, creando fuertes lazos de apego y dependencia, especialmente con la familia. En muchos sentidos, funciona como la Luna, sin embargo, es más completa, ya que la Luna se expresa por medio del mundo emocional, en cambio Ceres abarca los cuatro planos, porque nos capacita para cubrir necesidades mentales (curiosidad o aprendizaje), espirituales (estimulación o inspiración), emocionales (amando y acogiendo) o físicas (nutriendo o cuidando). Sin embargo, estas habilidades de Ceres no pueden alcanzar su máximo potencial o efectividad, mientras no seamos capaces de aprender a hacer eso con nosotros mismos primero, es decir, mientras no usemos su energía para nutrirnos y proveernos a nosotros primero con lo que sea que necesitemos.
Ceres representa la capacidad productiva de la energía femenina, por eso se le asocia a la mujer trabajadora, fructífera, útil y exuberante en recursos personales (siempre tiene una solución para cada problema o carencia). Nos conecta con la sabiduría de Madre Naturaleza, porque expresa nuestra consciencia del valor de los procesos naturales, y de la paciencia y perseverancia que es necesario aplicar cuando cualquier proceso, externo o interno, está en desarrollo, como la formación de una idea, un ideal, un objeto o un sentimiento.
La energía de Ceres tiene directa relación con la mujer económicamente fructífera, por su conexión con el concepto de “valía personal”, es decir, con la consciencia de nuestro propio valor y recursos internos que debemos aprender a reconocer, valorar y trabajar involucrándonos en procesos capaces de transformar esos recursos innatos en un producto final elaborado y mejorado, el cual, cuando saquemos al mundo, será valorado y se nos pagará por utilizarlo!
Ceres sería el equivalente femenino de la energía de Saturno.
PALLAS ATENEA EN LA CARTA
La versión femenina de la energía de Pallas, representa el impulso guerrero femenino que emplea el juicio, la astucia y la estrategia como armas para enfrentar y resolver los desafíos que le presenta la vida, y así ganar sus batallas anteponiendo la razón a sus emociones. Por lo mismo, Pallas se asocia a nuestra capacidad para controlar nuestras pasiones y resistir cualquier inclinación emocional que pudiera influir en nuestras decisiones. Nos ayuda a mantener la objetividad y claridad mental en cada situación para analizarla y tomar mejores decisiones con la mente fría y tranquila. Pallas es nuestra capacidad para razonar y reflexionar antes de actuar y aplicar el sentido común en cada situación.
Esta energía femenina es guerrera, provocadora, justiciera, imparcial y valiente, enfocada en la guerra justa y la aplicación del conocimiento y una sabiduría práctica. No tiene problemas en decir su verdad ni le complican los sentimientos heridos o irritaciones que pudiera generar en los demás, su sentido de la justicia es muy desarrollado y en eso se enfoca. Representa al tipo de mujer que lucha ferozmente por lo que considera justo, tanto en un plano personal como social, sin dudar puede entrar en batallas intelectuales, políticas o judiciales aplicando otra de sus grandes cualidades: la estrategia y la astucia. Cuando decide actuar, de alguna forma, su estilo genera “guerras” o conflictos, porque deja en evidencia las injusticias, ilegalidades o culpas de todos los involucrados en la situación donde interviene.
La energía de Pallas combina el intelecto, la mente científica y estructurada con la creatividad y la intuición, es brillante, eficaz y perfeccionista rayando en la genialidad y manifiesta una gran agudeza mental. Es la versión de la inteligencia superior femenina, y debido a sus sobresalientes cualidades intelectuales, destaca en la enseñanza especializada o técnica, sobre todo con fines sociales, ya que siente un particular interés por participar en la sociedad y hacer importantes aportes a la humanidad.
Pallas Atenea sería el equivalente femenino de la energía de Urano.
JUNO (HERA) EN LA CARTA
Otra versión del abanico de nuevas energías femeninas es Juno, la consciencia del poder femenino y el reconocimiento igualitario ante la energía masculina, es decir, Juno representa la consciencia de que lo femenino y lo masculino son iguales en poder, y está dispuesta a compartir ese poder en integridad y justicia. Juno es nuestra capacidad para el compromiso o responsabilidad afectiva, la lealtad, el respeto y el apoyo mutuo que son necesarios para el buen equilibrio y estabilidad de cualquier tipo de relación (matrimonio, amistad, sociedades), porque entiende que ambas partes deben participar y aportar algo a la vez que salir favorecidos. Juno representa a la mujer “jugada” y plenamente comprometida en el amor o en cualquier tipo de relación en la que decida involucrarse, pero no sólo se compromete plenamente, también espera y exige el mismo nivel de entrega y participación por parte de la otra persona, ya que es una energía femenina totalmente empoderada y consciente del valor de lo que está entregando: su propia persona y tiempo. Juno espera igualdad y reciprocidad en sus relaciones. Por esto mismo, en su versión menos constructiva, puede crear conflictos conyugales, ser celosa y vengativa o, por lo menos, buscar castigar cualquier transgresión que sienta se haya hecho al compromiso adquirido, según su alto estándar de la lealtad. Tal vez por esto mismo, se la asocia a las relaciones de tipo kármicas o predestinadas, esas que nos obligan a trabajar temas afectivos complejos y difíciles.
En la carta, Juno describe el tipo de pareja que elegimos o las cualidades que buscamos en la persona con quien queremos establecer una relación formal (no una aventura), detalla lo que estamos dispuestos a dar y lo que esperamos recibir en una relación así, por entender que hay un derecho ganado en ese tipo de vínculo. Juno entiende que el matrimonio y los compromisos formales otorgan ese poder, además de considerarlos básicos para ejercer su maternidad, es decir, representa al tipo de mujer que prefiere estar casada antes de convertirse en madre.
Juno sería el equivalente femenino de la energía de Plutón.
VESTA (HESTIA) EN LA CARTA
La versión de la energía femenina que Vesta expresa, representa nuestra esencia y fuego interior, la pureza y plenitud de nuestro espíritu y mundo interior. Vesta nos conecta con ese lugar íntegro y puro en nuestro interior que es abrigo y refugio para nuestra alma, donde se siente segura. Representa nuestra inclinación por los retiros voluntarios, el aislamiento o el amparo silencioso de la meditación, la purificación y re-conexión con nuestro ser interno. Esta energía es la que nos ayuda a mantener nuestra paz interior y a interactuar serenamente con el mundo exterior, es más, se la conoce como la “no-persona” o la habilidad para parecer no estar, “ser invisible”. Es decir, es el tipo de mujer que está tan conectada consigo misma o con su Ser interno, tan desapegada del mundo físico, que puede pasar fácilmente inadvertida para los demás o ser reconocida como un tipo de sacerdotisa innata que inspira a los demás sólo con su presencia y forma de relacionarse con ellos.
Vesta tiene dos vertientes en el ámbito sexual. Por una parte, y debido a que siempre es representada por medio del fuego, simboliza nuestra expresión sexual creativa, apasionada y espontánea que nos conecta con ese aún desconocido poder transformador y sanador del sexo, permitiéndonos curar las heridas que nos impiden vivir la vida de manera intensa y apasionada, y con el propósito inconsciente de utilizar la energía kundalini para alcanzar una mayor elevación espiritual. De lo contrario, se la asocia a la virginidad o la castidad como medio para sublimar nuestra energía sexual y entregarnos con devoción a una meta o aspiración personal que consideramos de orden superior, por vocación y sin presiones externas. Por lo mismo, Vesta se asocia al perfeccionismo, la precisión y la atención al detalle de aquello que estamos haciendo por un deseo profundo de hacerlo lo mejor posible, es decir, nos inspira y motiva para ser virtuosos en algún área o actividad particular.
Vesta sería el equivalente femenino de la energía de Neptuno.