El camino de la iluminación, incluye al sufrimiento, cada uno enfrenta su propio viaje para encontrar las causas de su propio sufrimiento, no hay algo más personal que la sensación de comprender esas causas, para liberarse de ese sufrimiento, y en ese preciso instante se superan las trabas del ego y los apegos, para luego experimentar la profunda sensación de la compasión y la generosidad.
En momentos de adversidad es bueno guardar silencio, recogerse, aceptar todas las cosas tal como están, mantenerse leal consigo mismo. La adversidad es la otra cara del éxito. La verdadera fuerza mantiene la serenidad a pesar del peligro. Esa calma, esa modestia, esa flexibilidad, son la base de tu éxito futuro, son la fuente de lo que otros llaman buena fortuna. Un alma en paz, desarrolla esa fuerza imperturbable, que es más potente que las vueltas del destino. Es capaz de doblarse, sin quebrarse. La presión de la realidad no lo desborda, lo aprieta sobre sí mismo, y lo eleva.
Derrota a tu inquietud, no cedas a la melancolía. No desesperes. La única verdadera amenaza es tu propia ofuscación interior. Cuando nada fluye, detente, no mires lo que mereces, cierra los ojos y piensa en lo que deseas, eleva una oración, haz un ritual.
Has chocado con paredes, te has afirmado en otros, has experimentado la indecisión. Ahora mira todo desde más arriba, con una panorámica total de tu vida, y pregúntate, ¿en qué momento me olvidé de agradecer lo que tengo? Reacciona, y comprende que estás dejándote oprimir, y debes aprender a que nada lo haga.
Si vas a apoyar a alguien, hazlo ya. Cuando ofreces tu energía y luego dudas, se pierde la magia inicial, y sólo queda el peso del compromiso. Se valiente, y di no, a quien no puedas ayudar.
Si sientes que nadie te ofrece ayuda, no te decepciones, debes hacerlo tú mismo, y quizás, no debes hacer nada por ahora, reconcéntrate, haz un sacrificio para tus dioses.
Cuando todo haya pasado, verás que los nudos se desatarán solos, volverás a sentir la curiosidad del recién nacido y la sabiduría del anciano. Verás que todos los remordimientos sólo eran flechas venenosas que debías quitarte, lo harás, y seguirás adelante.