Quínoa, chía y amaranto, son 3 nombres que, de seguro, tú ya has escuchado. Probablemente producto del crecimiento sin precedentes que tuvo el consumo de estos alimentos en los últimos años. Pero, ¿sabías que estas semillas eran los principales componentes de la dieta prehispánica de pueblos originarios? Acá te contamos los beneficios que traerá consigo el consumo y el redescubrimiento de estos granos con alto valor nutricional.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO) “Contienen más del doble de las proteínas que los alimentos habituales como el trigo, arroz o avena. Además se diferencian por ser de mejor calidad”. Y es que son justamente estas mismas propiedades, junto a la tendencia actual por consumir alimentos nutritivos, seguros y con reconocidos beneficios para la salud, la que pone nuevamente a estas semillas ancestrales como protagonistas de una dieta saludable.
Los Incas denominaron a la quínoa como la “madre de todos los granos”, y no se equivocaron, ya que cuenta con un alto nivel nutricional, siendo rica en proteínas, lípidos, fibras y minerales. Adicionalmente, no contiene gluten y aporta vitaminas y nueve aminoácidos esenciales. Según un reporte elaborado por la Organización Mundial de la Salud conjuntamente con el FAO y United Nations University, los aminoácidos de la quínoa superan ampliamente la recomendación de requerimientos diarios.
Respecto al amaranto es un pseudocereal que tiene su origen en el continente americano hace más de 4000 años. Contiene entre un 13 y un 18% de nivel de leucina (aminoácido esencial para la nutrición). Además proteínas de alto valor nutricional, calcio, fósforo, hierro, potasio, zinc, vitamina E y complejo de vitamina B. Ha sido tan aplaudido por sus propiedades, que ha llamado la atención de la NASA, quienes lo incorporaron a la dieta de los astronautas en el espacio.
La chía, contiene altas proporciones de ácidos grasos; proteínas con todos los aminoácidos esenciales y un alto contenido de fibras. Ayuda a la prevención de diabetes, enfermedades cardiovasculares, de desórdenes inflamatorios y del sistema nervioso. Un dato no menor: incrementa la sensación de saciedad.
Después de leer todas estas maravillosas propiedades, resulta casi obvio entender el porqué estas semillas eran los principales componentes de la dieta prehispánica de pueblos originarios. Y es que le daban energía, salud y los mantenían sanos. Y ahora que nuevamente están a nuestro alcance, y podemos aprovecharlas al máximo y a un no tan alto precio ¿Tú las incluirás en tu día a día?