Me encanta la historia de cómo Odín obtuvo las runas. El motivo de por qué inició este viaje, que les voy a resumir ahora, no se tiene total certeza para variar hay discrepancias, pero ¿quiénes somos los humanos para señalar los motivos de los dioses no?
Puede ser por buscar sabiduría, para elevarse espiritualmente o para encontrar una forma de conectar a los humanos con los dioses, a mí personalmente me gusta más la última. De cualquier forma, él salió de Asgard y fue a consultar a las sabias Nornas, para saber dónde debía ir y qué tenía que hacer para lograr lo que deseaba.
Las Nornas le señalaron el ser que le mostraría el camino y ese no era otro que el gigante Mimir. Este gigante vivía bajo las raíces del árbol de la vida, el fresno Yggdrasil, y allí había una fuente. Esta preciada fuente, concentraba un agua de manantial que permitía al beberla conectar con la sabiduría y la inteligencia. Y en ella, Odín encontraría la ruta a lo que anhelaba su corazón. Pero, todo tiene un precio y una de los aprendizajes que Odín tendría en este viaje sería ello, siempre para obtener algo debes pagar algo o entregar algo. Es relevante este punto porque si conectan con la energía de las runas, pronto podrán observar que existe un principio de justicia y equidad en ellas. Pero, no nos desviemos… Odín se encuentra ahora cerca de la fuente y debe pedirle a su guardián que le permita beber de ella.
Mimir era un gigante que poseía una brillante e inusual sabiduría, podía ser por llevar un gran tiempo bebiendo de las aguas de esta fuente (o por otros motivos), mismo manantial que alimentaba a Yggdrasil. Sabía lo preciado de estas aguas y conocía el misterio que ellas proveían. No se vio sorprendido por la solicitud de Odín, de algún modo, él ya había advertido de este suceso. Pero, como custodio debía pedir un sacrificio por este favor y Odín señaló que él deseaba ver una respuesta. Por tanto, no había otro pago mejor que entregar uno de sus ojos, dado que era el precio más equivalente un ojo por ver en las aguas lo que deseaba.
Odín bebió de las aguas de la fuente, al principio parecieron refrescantes, se maravilló por la experiencia claramente, pero pronto comprendió la dolorosa verdad de haberlo hecho. Primero, supo que lo que deseaba significaría un sacrificio mucho mayor que entregar un ojo y segundo, supo que desde ahora en adelante estaría condenado para siempre a un entendimiento que le haría comprender sucesos que los demás ni siquiera serían capaces de imaginar. Entonces, buscó una lanza y caminó hacia el lugar que las aguas le habían mostrado, se preparó para lo que haría, respiró profundo y se atravesó la lanza en el cuerpo, para luego a través un mecanismo de cuerdas quedar completamente colgado desde un rama del árbol Yggdrasil. El dolor recorría su cuerpo, mientras su sangre goteaba y confiaba que este acto le brindara lo que buscaba.
Él debía realizar el máximo sacrificio y ello era ofrendarse por completo para lograr esta empresa, lo que significaba exponerse a un riesgo vital. La leyenda cuenta que estuvo 9 días y 9 noches colgado, sin recibir ni alimento ni agua. Lo que no específica con tanta facilidad, es que Odín estuvo todos esos días sufriendo, entrando y saliendo de momentos de lucidez, donde creía que iba a morir. Hasta que llegó ese momento, en que desde las raíces del árbol Yggdrasil surgieron las runas y las tomó entre gritos.
No sabemos si surgieron talladas en unas piedras, en madera u en otro material, o si dentro de su alucinación las vio en un momento de iluminación total. De la forma en que haya sido, surgieron y las runas se manifestaron ante él, proveyéndole para siempre de una herramienta que le ayudaba a encontrar la luz, el camino y la respuesta a cada pregunta. Se dice que cuando comenzó a percibirlas, su mente brillaba, la cuenca donde estaba su ojo ofrendado comenzó a sanar, las cuerdas cedieron y se desplomó, justo en el momento en que las adquirió en su consciencia. Y ese momento de iluminación, de entrega total, de desplomarse y estar a punto de perder la vida para entrar en la consciencia iluminada y expandida, es la que se observa en el Arcano 12 del Tarot, por eso, allí Odín está de cabeza, como un símbolo de cambio de visión, de conexión con el conocimiento profundo de las raíces, el origen, el misterio, las runas.
Se dice que compartió las runas con los seres de Midgard, el mundo en el cual nosotros vivimos, y así mostró una bondad muy especial, una que aún no se anclaba completamente, un acto de incondicionalidad puro. Les dio una herramienta que conecta los nueves mundos, especialmente que conecta a los habitantes de Midgard con los dioses del Asgard.
Todo este viaje iniciático, revelador y de sacrificio, le otorgaría dones valiosos y con ello comprendería, que este viaje tendría un costo alto para él y, muy a su pesar, no se libraría del Ragnarök.
*Referencias:
- Pintura: Dios Odín. Hernán Valdovinos (2017)
- Ilustración: Odin questions Mimir. Emil Doepler. (1905)
- Ilustración: Odin hanging on the World-Tree. Emil Doepler. (1905)
- Ilustración: Divination. Emil Doepler (1905)