Al escuchar o leer la palabra “astrología”, aparecen en el inconsciente colectivo los más variados escenarios posibles que nuestra imaginación puede recrear.
Algunos con conocimiento de causa, pero imaginando de igual manera las múltiples posibilidades que la disciplina ha entregado por años, desde la caricaturesca imagen del tipo con el turbante y vestimenta extravagante con detalles rimbombantes y adornos afines a la ocasión. (Como si la vestimenta hiciera nacer el conocimiento). Hasta el presentador del horóscopo matutino, que te entrega los consejos predictivos de tu semana, predisponiéndote psicológicamente al aparentemente adictivo juego de la suerte. Donde en semanas parecieran “acertar” y en otros casos “no tanto”, así mejor esperar la semana siguiente para poder escuchar del presentador lo que tú querías escuchar.
En una práctica que busca constantemente la aprobación exterior olvidándonos que somos nosotros los que tomamos las riendas de nuestra vida y que nuestras decisiones nos conducen por el camino de nuestra existencia.
Por otra parte, la aparición de mayor conocimiento, ha comenzado a delimitar el campo de acción, felizmente, trayendo a colación la importancia de dejar de relativizar el alcance de la astrología. Donde en estas últimas décadas podemos apreciar grupos de astrólogos que pasan a formar parte de un más acotado espectro de posibilidades que paso a explicar.
Un día me escribió una persona, aparentemente con mucha ansiedad en búsqueda de una respuesta de mi parte: “Hola, disculpa necesito saber si únicamente te puedo hacer una pregunta puntual, ya que no poseo el dinero para pagar una sesión contigo” – declaró la persona – Sin saber aún qué valor tenía mi trabajo y el alcance de las actividades que realizo.
“Sí claro, si es puedo ayudarte y responder tu pregunta particular, no hay problema” – respondí.
“Vale muchas gracias, mira, el caso es el siguiente. Hoy lunes necesito tomar una decisión para tranquilizarme, ya que este viernes me darán una respuesta que he andado buscando por mucho tiempo. Y que necesito que la respuesta sea afirmativa, ya que de lo contrario mis planes se van a ver truncados.” – Redactó la persona – A lo cual le insistí que me contara sin problemas, y me expusiera su pregunta, para poder intentar ayudarlo.
“El punto es que he pedido un crédito hipotecario en el banco, para adquirir la casa de mis sueños” – argumentó la persona – Y mi cabeza volvía a hacer hincapié en lo contradictorio del comienzo del texto, sobre no tener dinero para pagar mi trabajo, pero en el asunto que me exponía, mencionar estar solicitando un crédito hipotecario, lo cual llamo, tener un conflicto de “prioridades”.
«Y mi problema es – continuó la persona – saber si este viernes me aprobarán o no el crédito hipotecario”.
Tardé unos minutos en responder, ya que de hecho tuve que leer más de una vez la pregunta expuesta. Incluso intentar adivinar, el porqué me hacia esa pregunta, y si era realmente en serio lo que me preguntaba.
Decidí asumir, ya que no tenía por qué no hacerlo, que la pregunta era honesta, y por lo tanto mi respuesta también lo fue: “Sí amigo, creo que te puedo ayudar con la respuesta. Mira, ya que he tenido experiencias con estos temas, usualmente para solicitar un crédito hipotecario, te solicitan cumplir con ciertas condiciones, e incluso, hay una serie de documentos solicitados por la ejecutiva de tu banco que ya te debe haber hecho saber. De manera que si cumples con los requisitos, y además le facilitas a la ejecutiva los documentos que te pidió, lo más probable, de hecho casi te lo aseguro, que obtendrás el crédito. Ya que en caso contrario, si no cumples con los requerimientos y te faltan algunos documentos, probablemente no lo tendrás. Espero haberte podido ayudar un poco.”
En esta parte le recomiendo al lector no juzgar mis palabras, y pensar que lo hago con ironía. En absoluto, creo que es una de las respuestas más honestas y coherentes que he dado.
La persona replicó finalmente: “Ah pero yo pensé que tu hacías otra cosa, así como, no sé, algo distinto.” Ante lo cual únicamente me limite a responder que, el alcance de mi trabajo me faculta para dar la respuesta escrita. No hay otra respuesta que yo le pueda dar. Y ese fue el fin de la conversación. Y en mi reflexión me di cuenta de que probablemente, aún se piensa que el astrólogo es un ser que busca predecir acontecimientos del futuro, como en aquellas imágenes con bolas de cristal. Y que tenemos un poder distinto que nos hace especiales, pero que paralelamente ha generado este halo de falsedad y poco profesionalismo en torno a la figura del astrólogo.
Ese hecho me motiva a escribir estas breves líneas. Ya que tengo aún más historias, pero con el primer relato se deja en claro el punto.
Y entonces… ¿qué tipo de astrólogo soy? o ¿A qué corriente pertenezco? ¿Es verdad que existen distintos tipos de astrólogos? Yo particularmente me remitiré a hablar de mi corriente. La astrología evolutiva.
La astrología evolutiva es una tipología de astrología que tiene por objetivo principal otorgarle al consultante las herramientas necesarias para que puedan conocer a cabalidad sus talentos y tendencias recomendadas según su propio diagrama. Poder conocer más sobre su personalidad, sus limitantes posibles que debe trabajar cuando lo estime conveniente. Buscando ayudar a la persona a comprender su propósito en esta vida, a través de su carta astral natal principalmente en un profundo encuentro de autoconocimiento. Y con esto dejando en claro que las acciones las tomas tú, ya que tú tienes la facultad absoluta de crear tu vida y tu realidad.
La astrología evolutiva presenta claras diferencias con la astrología tradicional. Ya que no nos detenemos en mitología simplista de respuesta nimia e intrascendente como adivinaciones o premoniciones, o cómo adivinar los números de lotería, o en qué fecha encontrarás tu alma gemela y amor de tu vida. Sino que por el contrario, buscamos con nuestro estudio encontrar la raíz del comportamiento que te lleva a ciertas consecuencias en tu camino de vida.
Las principales características de la astrología evolutiva (Ya que hay astrología karmica, helenística, clásica, predictiva, horaria), Es buscar el autoconocimiento a través del rádix astrológico, conocido como carta astral, realizando minuciosas lecturas con la intención de motivar, como lo dice el nombre, la evolución de la persona, del ser humano. Es decir, otorgándole las herramientas necesarias para que sea usted quien resuelva su vida. Por tanto es clave la diferencia que afirma en la astrología evolutiva que los astros te entregan posibilidades según el momento actual de tu vida, pero bajo ningún punto de vista determinan tu vida.
La astrología evolutiva intentará responder preguntas como: ¿Cuál es el sentido de tu vida?, ¿por qué tiendes a repetir ciertos patrones de comportamiento? ¿Cuál o cuáles son tus talentos particulares que te diferencian de los demás y que te permitirán desarrollarte como persona? O ¿Cómo me puedo hacer consciente de tendencias sicológicas arraigadas en mi infancia?, y poder romper esos patrones de comportamiento, así hacernos cargo de nuestra vida.
En las astrología evolutiva encuentras también, con precisa claridad, las dificultades y desafíos que se te van repitiendo, donde, dependiendo de la experiencia del astrólogo, podrá indicarte acciones a seguir como herramienta terapéutica. Y quizás en un próximo texto, profundizaré sobre el alcance de la carta astral.
Y es en mi experiencia personal, uno de los mecanismos más efectivos a la hora de generar un diagnóstico de los asuntos que afectan el comportamiento de la persona, y así tener un punto de partida relevante para poder desarrollar la carta astral como herramienta terapéutica, en torno a una conversación donde al consultante le debe quedar sumamente claro, que es el propio individuo que forja su futuro, mediante la capacidad de enfrentar y resolver los asuntos expuestos en el radix astral.