El 2020 será recordado por mucho tiempo como un año de profundas transformaciones sociales, y de constantes devenires en relación a las energías planetarias.
La primera razón es clara: este año ha contado con más de una singularidad. Por ejemplo, la conjunción (desde nuestra óptica terrestre dos planetas que se perciben juntos) de ambos planetas sociales, que precisamente deben su nombre a que describen el vínculo de la persona con el contexto social y cultural en el que ha nacido. De carácter colectivo-consciente, estos planetas representan las motivaciones sociales del individuo y su manera de participar en el mundo, reflejando sus aptitudes y actitudes para la integración en la sociedad.
Esta conjunción planetaria se produce cada veinte años aproximadamente, lo cual marca ciclos de repercusiones sociales, en relación al individuo y su entorno social, económico y político.
Adicionalmente, a esta fiesta se unió el poderoso Plutón, planeta de la regeneración, y los grandes procesos de transformación. Si adicionan conceptos, tendrán fácilmente la frase “profundos procesos de transformaciones sociales”. La salvedad a esto último es que Plutón sólo se junta con Saturno, en períodos de treinta y tres a treinta y cinco años, y con Júpiter cada trece años. ¿Singular este 2020 no creen?
Para darle aún más sazón, desde Mayo de este año, comenzó una oleada de “movimientos retrógrados” planetarios, lo cual nos revolvió el escenario habitual que acostumbramos, dando paso a la sensación de caos e incertidumbre por un lado, y una profunda y reflexiva introspección, que según sea el cómo te lo hayas tomado, habrás podido llegar a niveles más o menos profundos, o por otro lado encontrarte en una sensación de no querer más nada, y desear borrar del calendario este 2020.
Estos procesos de retrogradación, para explicarlo de manera sencilla, hablan de que cada planeta entra en una fase de “repetición de curso”, volviendo sobre sus pasos, donde no están en el habitual funcionamiento, lo cual hace recomendable el que no intentemos forzar dicho funcionamiento, ya que probablemente la palabra frustración será el mayor identificador de la situación circulante. Donde también cabe señalar que, excluyendo a Mercurio, los demás planetas entran en esta fase en períodos distanciados en el tiempo considerable. Desde, en el caso de Venus, una vez cada año y medio, o Marte, que supera ese rango. Planeta que entrará en fase retrógrada en esta segunda mitad de año, y ya en la segunda quincena de agosto, ralentizando su velocidad, lo cual se traduce en el hecho de sentir que nuestras acciones se realizan más lento que nuestra idea de dichas acciones.
Sumado a lo anterior, debemos señalar que, en esta segunda quincena de agosto, la situación actual revela la mencionada mega conjunción planetaria entre Júpiter, Saturno y Plutón, y por si fuera poco, los tres astros en fase retrógrada. Adicionalmente Quirón, Urano, Neptuno, también retrógrados, y la etapa de ralentización de Marte, acercándose a su próximo momento retrógrado. Situación que no habíamos tenido en casi dos años.
Estas configuraciones enmarcan a los protagonistas de este período, enfrentándolos al igual que en un ring de boxeo, donde en una esquina Marte, encargado de darle tensión e impulsividad, se enfrenta a Júpiter, Saturno y Plutón en forma de aspecto Ptolomeico conocido como cuadratura, lo cual traducido en palabras sencillas, habla de una relación angular entre planetas, de manera friccionada y tensa. Y si queremos agregar aún más dramatismo a la situación, debemos comprender el hecho de que cada planeta, desde nuestra óptica terrestre, está transitando por una constelación particular. Marte, el dios de la guerra, se encuentra de visita por la constelación donde más a gusto y cómodo se siente: Aries. Mientras que Saturno, el líder de la mega conjunción de los tres grandes, se encuentra de visita de vuelta en la constelación de sus amores, Capricornio.
En ese sentido, ambos polos parecieran enfrentarse con sus mejores armas, y desde una fase retrógrada, donde al parecer nosotros prácticamente resultamos ser meros espectadores presenciando a los gladiadores ingresando en la arena del coliseo.
¿Y qué resulta de esto? Saturno enfrenta a Marte en este aspecto cuadratura, generándose la sensación de frustración de no poder actuar al ritmo y velocidad que nos tendría acostumbrado Marte en Aries.
De hecho, Marte, cerca de su retrogradación, experimenta el cuadro completo de estar tan cerca de querer iniciar proyectos, dar rienda suelta a sus planes y proyectos, desde la energía todo poderosa de Marte en Aries, y de pronto se le aparece Saturno desde Capricornio marcando el ritmo; diciéndole “momentito, si vamos a construir lo haremos a paso tranquilo y ritmo constante”.
Imaginemos estar un segundo en la piel del dios Marte, cuando Cronos Saturno, le induce este “Stop”. Encauzar la ira y frustración inicial no debe ser tarea sencilla y claro, podemos revelarnos y darnos una vez más golpes contra la pared, pero debemos comprender que esto nos prepara para la próxima retrogradación de Marte en efecto.
Las cosas tienen su tiempo, y es recomendable saber entregarnos a este ritmo universal para disminuir nuestra sensación de inhabilidad. Que únicamente encuentra como resultante, esta incómoda posición social, de agresividad imperante, como estar constantemente a punto de reventar. Donde dicha realidad se nos muestra similar a cuando queremos iniciar un proyecto de placer, un viaje, y está el ticket comprado, las maletas a medio hacer, el destino trazado, las reservas agendadas y se desata la pandemia (ocupando un ejemplo atingente).
Si te sitúas un minuto en la reflexión anterior, podrás dimensionar esta compleja configuración de fines de agosto. Una que pareciera reírse de nosotros, a punto de prepararnos para un desconfinamiento domiciliario, y ahora pareciera que nos quedamos sin gasolina en el tanque y debemos esperar aún más.
Entonces, ¿que pasaría por tu cabeza?, o mejor aún, ¿cómo te sentirías ante esta situación? Y probablemente coincidiremos en sentir que nuestro cuerpo se crispa, tenemos un poco de ira, nacida de la sensación inhabilitante. También un poco de amargura y poco sentido del humor. Como también experimentar poco margen entre una situación y otra, careciendo de paciencia, donde cualquier situación es buena para poder canalizar y decantar este sentir.
Y me pregunto: ¿Por qué resulta tan sencillo rasgar vestiduras y pedir la cabeza del animador que cometió un acto vejatorio en pleno programa en vivo, y unir fuerzas entre comentarios que remataban al personaje ya caído en el piso. Y no presentamos mismo ímpetu cuando lo presenciamos en una discusión hombre mujer en plena calle?
O si estuviera en nuestras manos la decisión sobre el ex convicto que volvió a asesinar a otra persona. Recordemos que la vez anterior había asesinado a una madre y su hijo. ¿Qué hubiéramos hecho? Y tal como lo presenciamos, probablemente haríamos una vigilia para pedir que fuera secado en la cárcel, no sin antes poder aplicarle un sufrimiento digno del dolor causado, que de igual manera nunca sería suficiente.
O que decir del caso del hijo de la animadora de televisión, o rostro televisivo, que atacó con un cuchillo a su progenitor, y que, quisieras o no, te enterarías de igual manera ya que tuvo cobertura nacional de carácter urgente. Y donde en primeros términos, la opinión al unísono del vulgo sería algo así como “Claro el niño tiene privilegios, y seguro se lo perdonan todo” u “Ojalá esta vez se haga justicia y lo metan en la cárcel por malcriado para que aprenda”. E imaginen lo que podría generar al saber que el “niño” se fue a una clínica y que el trato que se le da sigue siendo noticia de primera plana. Cuando haciendo parangón, poco y nada importaría si fuera “Juan Pérez”.
Y ahora incluso usted que está leyendo esto se pregunta… ¿Y qué carajo tiene que ver esto con astrología?
Esto último a manera de reflexión… ¿Se dieron cuenta lo fácil que es entrar en acción, cuando lo que une es algo en respuesta, reactiva o agresivamente? Y pareciera que ahora nuestro margen se acabó. Y ahora empezaremos a exigir que se nos devuelva lo que nos han quitado. Pero no hemos caído en la cuenta de que si reclamamos por algo que se nos ha quitado, asumimos que lo que pasa afuera nos gobierna, y automáticamente asumes que no tienes el poder de crear tu propia realidad en tu vida, y así resultará sencillo hacerte caer en ese estado tenso, de reclamo, de ira. Y espero te preguntes:
¿Por qué nos cuesta tanto presentar esa misma fuerza, actuando en comunidad, por causas positivas, o de beneficio social? Y probablemente la respuesta la encontrarás en la semántica de la propia palabra, ya que a pesar del confinamiento, aún no somos capaces de actuar como-unidad. En bien del grupo, de la tribu.