Colaboración por Nicolás Alfsen
Uno de los aspectos más difíciles en una transición alimenticia hace relación en cómo mantener una dieta libre de los alimentos nocivos y tóxicos y seguir una saludable a base de frutas, verduras, semillas, frutos secos, cereales y granos integrales. Se debe reconocer que la mala alimentación llega a constituir una adicción común entre la gente, que no es capaz de percatarse de ello hasta que comienza a modificar sus hábitos.
En el papel se hace fácil entender lo que producen los alimentos nocivos y cómo estos son los grandes causantes de los desequilibrios con mayor mortalidad en la actualidad; así mismo son evidentes los beneficios de una alimentación saludable, pero aun así la gente no logra comprender e incorporar esta información en la práctica diaria siendo incapaz de hacer un real cambio de conciencia en su manera de alimentarse y la incidencia que tiene esto sobre la salud.
La bibliografía sobre los daños y beneficios de los alimentos es bastante extensa, por lo que el conocimiento al respecto está en el inconsciente colectivo de la gente. La pregunta que surge es ¿Por qué la gente no asimila esa información y la lleva a su diario vivir? Las respuestas pueden ser muchas, como por ejemplo:
- La influencia de la media es incisiva y distorsiva creando malos hábitos y generando un alto grado de confusión, dándole a los alimentos atributos que no tienen; creando atmósferas de bienestar social a ciertos hábitos alimenticios; fomentando el consumo de una amplia gama de alimentos nocivos para la salud; entre otras de las graves consecuencias producidas por el marketing de la empresa alimenticia.
- El entorno social promueve una alimentación que como ya hemos visto es nociva para la salud. La mayoría, por no decir todos los eventos sociales se basan en torno al alimento y generalmente a los más dañinos, como: gaseosas, golosinas, pasteles, embutidos, alcohol, galletas, asados, entre muchos otros. Además, las cantidades de ingesta suelen ser abultadas, dándole la connotación de algo necesario y símbolo de generosidad hacia los invitados como muestra de preocupación, sin darse cuenta del daño constante que se ocasiona.
- Peor aún es la influencia familiar en la alimentación infantil y especialmente en un tema delicado como la sobrealimentación. Como ejemplo: se acostumbra premiar a los niños con golosinas o idas a restaurantes de comida chatarra. Se les obliga a comer, desde las mismas malas prácticas familiares, hasta que los padres o supervisores crean necesario, no necesariamente atendiendo los requisitos nutricionales que ellos tengan; sino por el contrario una alimentación sobrecargada de harinas refinadas, lácteos, azúcares, gaseosas o jugos artificiales, donde tristemente la presencia de frutas, verduras, frutos secos o semillas es casi nula.
- El placer que genera el consumo de ciertos alimentos forma un lazo emocional más fuerte que la noción sobre los daños o beneficios que tengan estos, prefiriendo el placer físico o mental que producen independiente de los perjuicios. Llegando al punto de producir diabetes, problemas cardiacos, artritis, o cáncer entre otras de las patologías que hoy tienen como importante causa la alimentación.
No se ha tomado real conciencia sobre la implicancia que tienen los alimentos sobre la salud. Sigue alimentándose sin pensar ni analizar lo que están consumiendo, asumiendo de que si fue creado para ser comido ha de hacer bien, lo triste es que no es así. Esto era una realidad para los antepasados que en algún comienzo como frugívoros comieron frutos sin analizarlos mayormente, luego adaptaron a los cereales; después a los productos animales y posteriormente a los alimentos fabricados por la industria. En la transición a la alimentación de productos fabricados es donde comienza gran parte del problema del estado de salud.
Es un hecho que la gran mayoría de los alimentos manufacturados alteran la salud, sutilmente quizás, pero lo hacen y su consumo constante desencadena algún desequilibrio orgánico. Aquí radica la urgencia de tomar conciencia, para incorporar en la mente la idea y necesidad de cambiar y seguir una alimentación saludable, no como una moda o una actitud pasajera, sino como un hábito diario, compartiendo este conocimiento a través del ejemplo.
En el próximo artículo entregaremos las herramientas para facilitar la transición alimenticia y hacer que los cambios de hábitos hacia una alimentación saludable sean con una mirada a largo plazo y no algo pasajero.